A sus 74 años, Lynda Carter sigue siendo, para millones de personas, la eterna Mujer Maravilla que, enfundada en su traje estrellado, se convirtió en un ícono pop de los años 70. Pero detrás del brillo de la fama y los superpoderes ficticios, la actriz atravesó batallas personales, momentos difíciles y se convirtió en una voz firme contra el acoso y la discriminación en la industria del entretenimiento.
Nacida en Phoenix, Arizona, en 1951, como Lynda Jean Córdoba Carter, es hija de Juanita y Colby Carter, y reivindica con orgullo sus raíces latinas por parte materna. Su belleza deslumbró desde joven: en 1972 fue elegida como representante de Estados Unidos en el certamen de Miss Mundo, lo que le abrió las puertas del espectáculo. Pero antes de ser reina de belleza, ya había explorado su vocación musical, cantando en un grupo que actuaba en casinos y clubes nocturnos.
El salto a la fama como heroína feminista

Tras su participación en concursos, se mudó a Los Ángeles para forjar una carrera como actriz. Tuvo pequeños papeles en televisión hasta que, en 1975, fue elegida para interpretar a Diana Prince en la serie Wonder Woman, que se emitió durante tres temporadas hasta 1979. Su interpretación fue celebrada por mostrar una heroína fuerte, empática y elegante, en una época donde los personajes femeninos eran habitualmente secundarios.
Aunque los efectos especiales eran modestos, Carter logró que el público creyera en una superheroína poderosa, marcando un hito en la representación de mujeres en pantalla. Su rostro estampó camisetas, afiches y se convirtió en referente cultural y feminista más allá de Estados Unidos.
Carrera artística y vida personal

Tras el final de Wonder Woman, Carter buscó romper con el encasillamiento. Actuó en películas para televisión como Hotline (1982) y Body Slam (1986), e hizo apariciones en series como Law & Order. Retomó también su carrera musical con discos como Portrait (1978) y At Last (2009), mostrando su versatilidad vocal con influencias de jazz y blues.
En 1984, se casó con el abogado y empresario Robert A. Altman, con quien tuvo dos hijos: Jessica y James. Su matrimonio, que duró hasta la muerte de Altman en 2021, se mantuvo alejado del ojo público. “Él fue el amor de mi vida y siempre lo será”, escribió en redes sociales. Jessica ha seguido los pasos de su madre como cantante y la ha acompañado en desfiles de moda, como la Semana de la Moda de París en 2024.
Antes, entre 1977 y 1982, estuvo casada con el productor Ron Samuels, a quien conoció durante la serie. Años después, calificó esa relación como un error apresurado: “No te cases con el primer hombre que te lo proponga”, confesó en una entrevista.
Luchas personales y testimonio valiente
Durante años, Carter mantuvo en secreto una lucha profunda: el alcoholismo. A finales de los años 90, y gracias a la intervención de su esposo y el apoyo familiar, inició tratamiento. “Fue un proceso duro, pero llevo varios años sobria”, declaró en 2008 a la revista People. Allí también habló sobre su soledad, vacío emocional y cómo la fama nunca llenó ciertos espacios personales. Su testimonio conmovió a miles y generó empatía entre sus seguidores.
En 2018, en plena ola del movimiento #MeToo, reveló que fue víctima de acoso sexual. Sin dar nombres, explicó que su agresor ya había sido denunciado por otras mujeres. “Solo soy una más entre miles de víctimas”, dijo con firmeza. También denunció que un camarógrafo perforó su camerino para espiarla, y aunque fue despedido, en aquella época hablar implicaba ser vetada. “Te callabas porque sabías que nadie te iba a creer, y podías quedarte sin trabajo”, confesó.
Legado, activismo y regreso al universo Wonder Woman

Pese a los abusos sufridos, Carter nunca abandonó los escenarios. En 2011 lanzó el disco Crazy Little Things y realizó giras por EE.UU. con versiones clásicas interpretadas con su estilo cálido. Participó en festivales de jazz y fortaleció su presencia en redes sociales, donde comparte recuerdos, reflexiones y mensajes de empoderamiento.
En 2020, emocionó al público al aparecer en un cameo en Wonder Woman 1984, junto a Gal Gadot, interpretando a Asteria, una legendaria guerrera amazona. “Fue maravilloso volver al universo de Wonder Woman, aunque sea brevemente”, comentó entonces.
Hoy, Lynda Carter también presta su voz en campañas de concienciación sobre violencia de género, salud mental y derechos LGBTQ+. Su legado va más allá de los superpoderes ficticios: es el de una mujer resiliente, talentosa y valiente que a los 74 años sigue inspirando con su historia y su voz.
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