El uso de medicamentos para bajar de peso ha aumentado de forma notable en los últimos años, impulsado por su difusión en redes sociales, recomendaciones informales y la búsqueda de resultados rápidos. Sin embargo, especialistas advierten que iniciar este tipo de tratamientos sin supervisión médica puede representar serios riesgos para la salud.

A sus 19 años, Virginia acudió a un endocrinólogo buscando una solución a sus constantes subidas y bajadas de libras, motivada por comentarios de su propio entorno que le sugerían que estando más delgada se vería más atractiva, lo que despertó inseguridades en ella. 

Tras evaluaciones médicas y análisis clínicos, inició un tratamiento, costeado por sus padres, que incluyó inyecciones semanales de semaglutida (Ozempic), cambios en la alimentación y seguimiento profesional

«Siempre se me ha complicado rebajar y le dije a mi mamá que me ayudara a buscar una solución, me llevó donde una de sus doctoras de confianza y ella me recomendó el Ozempic. Me dio mucha confianza porque es una endocrino que se mantiene al tanto de la medicina moderna y solo cuando ella me autorizaba, aumentaba la dosis«, relató.

La joven, residente en Arroyo Hondo, dice que tuvo una buena reacción al producto, sin haber padecido efectos secundarios, pasando de 185 libras a 130 en un período de un año.

«Actualmente, lo paré por petición de mis padres. Mi problema eran las cantidades, pero cambié la forma de alimentarme y ya sé cómo preparar el plato, las porciones adecuadas. También estuve revisando mi tiroides«, destacó.

Una experiencia muy distinta fue la que vivió Deyanira Rodríguez, de 41 años, quien comenzó a usar Ozempic sin ningún tipo de control médico.

Según narró a Diario Libre, tuvo acceso al medicamento, cuyo costo en el mercado local supera los 11 mil pesos, gracias a una prima con obesidad mórbida, residente en Estados Unidos, que lo recibía como parte de su tratamiento.

Rodríguez, oriunda de Sabana Grande de Boyá, dijo que siempre tuvo sobrepeso aludido a problemas hormonales y ovarios poliquísticos y duró pocos meses con el medicamento, bajando 20 libras.

«No vuelvo a inventar con eso, no me hice controles, no fui al endocrino ni al psicólogo, todo se lo preguntaba a la Inteligencia Artificial (IA). Sí, bajé de peso, pero me comenzó a dar alergia, calambres en los pies y la visión se me puso borrosa. La comida me caía mal, mi estómago no fue el mismo y una sudoración como si estuviera caliente todo el tiempo», confesó.

La madre de dos adolescentes asegura haber sufrido un efecto rebote, pesando 30 libras que cuando empezó a usar el Ozempic. Ahora va al gimnasio y se preocupa por hacer ajustes en su estilo de vida.

Pandemia de obesidad

Yicenia Brito, vicepresidenta de la Sociedad Dominicana de Endocrinología y Nutrición, señaló que ha habido un aumento significativo en la demanda de fármacos para la pérdida de peso, varios de ellos diseñados originalmente para tratar otras condiciones médicas, como la diabetes.

«Las personas van y te solicitan que se los coloque, ya van con la idea plantada de antemano sin saber si es la indicación que se ajusta a su perfil», indicó.

Brito aduce al estilo de la vida tan rápido, la comida cada vez más industrializada, con poco valor nutricional, con una gran cantidad de calorías en pequeñas cantidades, la existencia de lo que denomina «pandemia de obesidad«.

De acuerdo con la especialista, un paciente con sobrepeso y obesidad, «es una persona muchas veces estigmatizada, que tiene también una predisposición a presentar enfermedades crónicas, enfermedades metabólicas, enfermedades óseas que van desde la diabetes, la prediabetes, predisposición al cáncer, limitantes en el desenvolvimiento de la vida cotidiana y algunos, incluso, se deprimen».

La doctora calificó como alarmante la velocidad creciente de pacientes y que entran dentro de los rangos de obesidad y de sobrepeso.

«Mucha gente, lamentablemente, no tiene en la información y la educación sobre cómo llevar, por ejemplo, un plan nutricional adecuado para su estilo de vida. Entonces, ¿qué buscan? Todas las soluciones posibles», explicó sobre porqué se produce una alta demanda de fármacos para adelgazar.

Visitar a un profesional

Brito hizo hincapié en que la importancia de visitar a un especialista para no incurrir en errores, como en el caso de Deyanira.

«Debe ser una persona con entrenamiento la que prescriba la medicación y que le dé seguimiento en el tiempo. El médico, el facultativo, lo hará de acuerdo a las características clínicas que tenga ese ser humano y en base a la edad, el peso, el estilo de la vida, en qué trabaja, qué tipo de alimentos le son accesibles y las comorbilidades que tiene esa persona», amplió.

La endocrinóloga nutrióloga insistió en que «se pueden presentar, como con cualquier otra medicación, efectos adversos, porque la respuesta es muy personal y tiene mucho que ver con esta maleta genética y también condiciones con la que ese ser humano vive. No se recomienda el uso de estos medicamentos como parte de un proceso de automedicación».

La doctora elogió los beneficios de la semaglutida para prevenir la progresión en el paciente con diabetes, la enfermedad renal, disminuir muertes por causas cardiovasculares y en pacientes con riesgo de padecer un accidente cerebrovascular.

Asimismo, recomienda dormir bien, comenzar una rutina de actividades físicas de manera paulatina, atendiendo a la capacidad funcional de paciente y aprender a distribuir en el plato las cantidades de grasas, proteínas e hidratos de carbono, «proceso que tiene que comenzar desde la niñez».

Mientras los medicamentos y pastillas para la pérdida de peso ganan popularidad, los expertos reiteran que la solución no está en recetas rápidas ni en recomendaciones en redes sociales, sino en un manejo médico responsable que priorice la salud por encima de los resultados inmediatos.

«Visitar al endocrinólogo, al nutriólogo, va a hacer la gran diferencia y generará una respuesta de éxito a largo plazo», concluyó.

  • De acuerdo con la Encuesta Nacional de Micronutrientes 2024 realizada por el Ministerio de Salud Pública, el 70 % de los adultos del país presentan obesidad y/o sobrepeso, con una proyección a alcanzar 5.78 millones de personas en 2030.

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