El pasado viernes 31 de octubre, en los suburbios de Detroit (Michigan, EE. UU.), las fuerzas federales detuvieron a dos ciudadanos norteamericanos, Mohmed Ali y Majed Mahmoud, acusados de planear un atentado terrorista inspirado en Estado Islámico (ISIS) para la víspera de Halloween. Las autoridades estadounidenses equipararon la acción con un complot nacional urgente.
Según documentos del Departamento de Justicia de Estados Unidos (DOJ), los dos detenidos estaban en posesión de fusiles tipo AR-15 equipados con mecanismos modificados para aumentar la cadencia de fuego, junto con munición abundante y equipo táctico.
La fiscal general, Pam Bondi, elogió la intervención del FBI y describió el suceso como “un importante plan terrorista vinculado con Estado Islámico” que fue impedido.
El método de detección del complot fue poco habitual. Fue una revisión de aduanas la que primero alertó al FBI: uno de los sospechosos regresó al país y las autoridades aduaneras observaron búsquedas en Google relacionadas con Estado Islámico, además de fotos del individuo vestido con ropa militar y posando con armas.
A partir de ese indicio inicial, el FBI y socios locales desplegaron vigilancia electrónica: los detenidos usaban comunicaciones encriptadas y redes sociales para compartir propaganda de Estado Islámico, además de coordinar entrenamientos en polígonos de tiro en Michigan.
FOTO DE ARCHIVO: El rifle Saint Victor AR-15 se exhibe durante la convención anual de la Asociación Nacional del Rifle (NRA) en Houston, Texas, Estados Unidos. 27 de mayo de 2022 (REUTERS/Shannon Stapleton/)
El plan, según el expediente, incluía una fecha concreta: la noche de Halloween. En uno de los chats interceptados, los sospechosos empleaban la expresión “pumpkin day” (“día de las calabazas”) como código para el ataque.
El objetivo se mantuvo en vaguedad: se mencionó una discoteca, se aludió a “hacer lo mismo que en Francia” (en referencia a los atentados yihadistas de París en 2015) y se planteó que no se viajaría al extranjero sino que la acción se desarrollaría en territorio estadounidense.
Las zonas de actuación fueron los suburbios de Detroit, entre ellos Dearborn y Inkster, donde se desplegaron edificios intervenidos por el FBI. Según testigos, equipos del FBI entraron en viviendas y realizaron registros durante la madrugada del 31 de octubre.
El arsenal incautado era considerable. Documentos judiciales señalan la existencia de múltiples rifles AR-15, escopetas, pistolas y más de 1.600 cartuchos compatibles con los fusiles de asalto. También se incautaron chalecos tácticos, cámaras tipo GoPro y otros implementos.
Este episodio conecta con un patrón más amplio: en mayo de 2025, otro sujeto en Michigan, un exmiembro de la Guardia Nacional del Estado, fue acusado de planear un ataque para la organización Estado Islámico contra una base militar.
La rápida difusión pública del caso —mediante un tuit del director del FBI, Kash Patel— generó tensiones en el Departamento de Justicia, que consideró que se había dado a conocer antes de que la acusación estuviera completamente formulada.
El director del FBI, Kash Patel, habla durante una conferencia de prensa relacionada con los arrestos de jugadores y entrenadores de la NBA por esquemas de apuestas ilegales, en la Fiscalía Federal de Brooklyn, Nueva York, el 23 de octubre de 2025 (REUTERS/Eduardo Muñoz)
Desde el plano doméstico, el caso abre preguntas sobre la radicalización en EEUU y cómo procedimientos de control de fronteras y vigilancia digital pueden activar rastreos exitosos. El arma era legal según los registros, pero modificada ilegalmente para acentuar la violencia.
La fiscal general Bondi subrayó que la acción “evitó un atentado terrorista” y agradeció el trabajo del FBI y de las agencias locales. Las instituciones federales destacaron que no hay amenaza inminente para el público en general.
El contexto internacional también es relevante: tras las derrotas territoriales del Estado Islámico en Medio Oriente, su narrativa se desplaza hacia “lobos solitarios” o células pequeñas que actúan dentro de países occidentales, a menudo inspirados pero no dirigidos por la organización original.
El modo de operativa observado —uso de chats cifrados, referencias simbólicas, entrenamiento básico con armas, elección de fecha simbólica— se asemeja a otros casos de “terrorismo doméstico inspirado” que preocupan a los analistas de seguridad nacional.
En Michigan, una región ya conocida por actividades extremistas y conspirativas, el factor del arma legal modificada y la intención declarada de hacer “lo mismo que en Francia” sugieren un cruce entre violencia local y simbolismo global.