Unas 8.500 personas se reunieron este domingo en el monumento megalítico de Stonehenge, en el suroeste de Inglaterra, para celebrar el solsticio de invierno, el día más corto del año en el hemisferio norte. Poco antes de las 08:00 GMT, el cielo comenzó a despejarse hasta permitir la salida del sol, que fue recibida entre vítores, cánticos y bailes ancestrales por asistentes ataviados con vestimentas paganas.

Aunque la convocatoria fue numerosa, quedó lejos de las 25.000 personas que asistieron al solsticio de verano del 21 de junio. Stonehenge, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, fue construido alrededor del 2.500 a.C. y cuenta con 93 piedras alineadas estratégicamente para coincidir con los movimientos solares, lo que genera un espectáculo lumínico único durante los solsticios.

En esta ocasión, el sol, en su punto más bajo, pudo verse atravesando los arcos del sureste y el llamado “gran trilito”. El arqueólogo Win Scutt, comisario de English Heritage, explicó a la BBC que esta fecha era especialmente venerada por las sociedades antiguas, debido a su significado espiritual y astronómico.

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